El
perro
Se murió el perro.
Atropellado.
Oí un frenazo y al mirar lo vi por el aire.
Se estrelló contra un contenedor.
Era un perro viejo y feo.
El que lo atropelló ni tan siquiera bajó del coche.
Los que lo vimos compartimos muecas y comentarios para
ilustrar el susto que nos había producido la visión de un acontecimiento tan
brutal.
Nadie se acercó al perro.
Horas más tarde al pasar por allí y buscar con la mirada el lugar del accidente
comprobé que ya no quedaba rastro. Ni tan siquiera la sangre pegada al asfalto.
Seguramente lo habían retirado los de la limpieza.
Le enseña la foto de una persona mayor. A partir de ahora
hablará con la foto.
-
Me quedé pensando en el tema aunque tú me
advertiste de que nunca hiciera eso. Como ves no te hice caso.
El siempre me explica que no debo de pensar mucho tiempo en
las cosas que no tienen solución. Lo hace, dice, para evitarme sufrimientos.
-
Pero no te hice caso. Me quedé pensando en que
en ese momento seguramente habrían muerto muchas otras personas. Algunas de
forma tan violenta como el perro. Personas que tampoco nadie reclamaría. Y yo
no vería ni tan siquiera su rastro.
-
Si. Ya sé que en el mundo hay mucha gente. Pero
nadie debería morir como un perro.
Él me dice que me preocupe de mis cosas pero yo no le hago
caso. No sé por qué me dice que haga eso. Él tampoco lo hacía. Cuando te cuenta su vida te das cuenta de que
sufrió mucho y no precisamente por él. ¿Por qué se empeñará en convencerme de
lo que él no vivió?.
-
¿Tal vez te has decepcionado del ser humano?
-
¿Sabes qué pienso?, que si nos desentendemos de
estas cosas cualquier día ves morir a un ser humano y ya no sientes nada. De
hecho ya está pasando. Un día encuentran el cadáver de una persona muerta en su
casa. La encuentran por el olor. Llevaba dos semanas muertas sin que nadie la
echara en falta. Otro día es un pobre de algún país africano el que aparece en
una playa llena de bañistas que llaman para que lo retiren por que ensucia la
playa. Esto ya está pasando.
-
Ya lo sé, ya lo sé.
Hoy es un perro, mañana un ser humano y pasado mañana es mi
amigo. Llega un momento en que nos deshumanizamos. Es cuestión de
acostumbrarnos.
-
Tú de eso sabes. Te acostumbraste a esperar y
sigues esperando. Un día de estos te iré a ver. No quiero que te acostumbres a
esperar. No puede acabar así tu vida. Después de todo lo vivido. Te lo
prometo,iré a verte y hablaremos de todas estas cosas.
Guarda la foto en el bolsillo.
Un hombre no es un perro. Un ser humano no puede
acostumbrarse nunca al sufrimiento de otro ser humano. El día que lo hace
comienza a ser perro. Un perro que comienza a desear ser atropellado una tarde
cualquiera.
Pero no, un ser humano nunca puede dejar de ser lo. Por eso
guardo aquí su foto, junto a mi corazón. No quiero acostumbrarme.
Moisés Mato para Teatro
Encuentro.
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