lunes, 28 de mayo de 2012

Makame Lara desde Xalapa, Méjico

Por MaryCarmen Lara Orozco (Makame Lara)

FOTO: Sergio Elefante

El sábado 26 de mayo, fue un día en que la lluvia vistió a la ciudad de una atmósfera un tanto gris, pero ello no fue un obstáculo para compartir la experiencia del teatro. El texto que compartí fue el de Náufragos, el cual habla sobre la ruptura del diálogo y que hoy en día los silencios se precipitan, ya no como algo que permita una introspección o reflexión sobre algo; el silencio hoy en día se caracteriza por el total desprendimiento de estar en contacto con nosotros mismos y con el otro. La televisión ha sido una de las grandes falacias de la vida, el problema no es que exista, sino el uso que le damos y cómo permitimos que se vuelva indispensable en nuestra vida, es por eso que para esta intervención se utiliza un control remoto, como objeto que puede simbolizar la mediatez que le damos a nuestros actos/nuestras vivencias diarias, pero qué pasaría si tomamos el mando (control remoto) lo desaparecemos de nuestro hogar y comenzamos a enfrentarnos a la libertad de la vida, al diálogo y a los encuentros inmediatos, para saber más de cómo gira el mundo a partir de la mirada cercana con el otro.

Realicé cuatro intervenciones. Mi primer encuentro fue en un camión urbano con una chica que estudia publicidad y que había ido a un congreso de publicistas, cuando me dijo eso pensé en la paradoja de la vida, debido a que Náufragos habla de “lo desagradable de las imágenes o anuncios de la televisión y que cada día van en aumento”. La chica publicista comentó que le había
gustado mucho el monólogo, que no se había detenido a pensar en la necesidad de reflexionar sobre el impacto de la televisión en nuestras relaciones sociales y qué la había dejado pensando sobre la responsabilidad de su profesión.

Mi segundo encuentro fue en el restaurante VIPS, con una señora de unos cuarenta años, coordinadora de eventos del mismo local. El monólogo le impresionó mucho y le hizo recordar el día del cumpleaños de su madre, me dijo:
FOTO: Sergio Elefante

-Ese día se fue la luz, nos quedamos sin televisión y fue el día más confortable y maravilloso que en mucho tiempo no habíamos tenido, realmente pudimos conversar en familia a la luz de las velas y comer pastel platicando y poniéndonos al corriente sobre nuestro trabajo, familia, preocupaciones, mi mamá disfrutó mucho el momento y hoy en día lo recuerdo como una experiencia maravillosa, quiero seguir retomando esos momentos, hoy me hiciste recordar sobre la importancia de ello, sobre llegar a mi casa y platicar con mi esposo, sin prender primero la tele, quizá tenga que esconder el control remoto-.

Mi tercer encuentro fue a un maestro de filosofía de unos 60 años (en VIPS), el cual me compartió poemas haikus, los cuales se caracterizan por ser poemas cortos y hermosos en su simbolismo. Como maestro me comentó que le preocupaba ver a los jóvenes tan faltos de amor y de diálogo, y que eso se originaba desde la casa:
 -En el hogar pocas veces se conversa,  los jóvenes están muy enajenados en el internet o la televisión. La responsabilidad para el cambio la tenemos en nuestras manos, cada quien desde nuestra profesión podemos dar una pizquita de ayuda, las nuevas generaciones debemos de ayudarles para que no sigan con el sentimiento de la violencia que genera muchas pérdidas y falta de espiritualidad. El texto Náufragos me encantó, no sabía que existía este tipo de teatro que alimenta el alma. Felicidades por tan bonita labor-.


Mi última intervención decidí que fuera en un lugar más público, la lluvia había cesado y la gente salía a los parques y a seguir su caminata normal en la zona del centro. El lugar fue el parque Juárez, me acerqué a una señora y le pregunté que si podía actuar para ella, sin ningún costo, solo para compartir un monólogo. La señora con nombre igual al mío: Carmen, se sintió identificada conmigo desde el principio quizá por llamarnos de la misma manera. La intervención y el nombre del texto, le hizo recordar a su padre que fue un náufrago de la segunda guerra mundial,  el Sr. Vargas:
 -Su nombre lo podrás encontrar en la estela que hay en la Escuela de la Naval del puerto de Veracruz. Mi padre estuvo a la deriva en el mar por varios días y lo rescataron, no hubo muchos sobrevivientes, el éxito de su rescate fue que siempre se apoyaba en sus compañeros, él fue un héroe, no por haber participado en la guerra, sino por haber sido un compañero. Necesitamos mucho de estos diálogos para escapar de la violencia que vivimos día con día, es difícil acercarnos a extraños, a volver a confiar en un desconocido,  hoy me hiciste recordar a mi padre, me diste un regalo y sembraste un poco de confianza en mí. ¡Gracias!-.


Cierro mi participación con ese GRACIAS, el Teatro Encuentro es una herramienta maravillosa que me ha acercado al amor con el prójimo, a volver a escuchar a las personas que dejan de ser extraños cuando se comparten momentos de diálogo. Espero que en un día no muy lejano podamos saludarnos sin temor, sin desconfianza,  sin la mirada prejuiciosa; debemos “aprender a dialogar” para generar el cambio y no volvernos sombras al servicio del individualismo (que es lo que el sistema quiere). Los espacios de convivencia originan una empatía, enriquecen, diluyen ciclos nocivos de indiferencia. La comunicación es posible, solo necesitamos crear la situación para encontrarnos con el OTRO.

FOTO: Sergio Elefante

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