lunes, 30 de abril de 2012

UN LUGAR

UN  LUGAR
Texto de teatro encuentro para el barrio de Usera. Madrid
Moisés Mato

Estoy seguro de que existe un lugar en el que al fin podré ser yo mismo. Estoy seguro. No quiero desesperarme, ¿Sabes? Sé que ese lugar existe. Es posible que esté cerca, incluso podría ser aquí. No lo sé.  Sólo sé que aun no he llegado.

Sería terrible pensar que no existe un lugar en el que el alma pueda descansar sin necesidad de morir, un lugar al que pueda llamar “hogar”, que pueda abrir las puertas y las ventanas, que pueda recostarme en el tejado y tirar la llave de la puerta para siempre, bien lejos, como diciéndole a la gente: “Aquí estoy. La puerta está abierta, podéis pasar. Los que queráis dormir bajo las estrellas, subid por la chimenea, os reservo unas cuantas tejas a mi lado. Tengo un par de historias que nunca antes han sido contadas, ha llegado el momento  de que mi garganta escupa lo que me quema en las entrañas”

¿Te imaginas?

Mira. (Muestra un mapa del mundo que llevaba en el bolsillo. Está desgastado)





Hay tantos lugares. Aquí viven los amarillos. Aquí la mayoría son negros. Aquí blancos y mestizos. Colores. Aquí son más pobres y aquí más ricos, miserables unos porque no tienen y miserables otros porque tienen más de lo que necesitan. Fíjate: rayas, fronteras… Yo nací aquí, ahora estoy aquí. Millones de personas se están moviendo sin descanso. Millones, cada día. Quizás todos estén buscando su sitio. Cuesta creer que no haya un sitio donde cada uno pueda ser.

Me gustaría ser como un niño. Los niños no se dan cuenta de estas cosas. Ellos juegan, juegan de verdad y en el juego se encuentran. Sin más. Con cada juego empiezan la vida de nuevo y cada encuentro acaba siendo el más importante. Con su inocencia podrían fundar de nuevo la humanidad. Si fuéramos como niños todos encontraríamos nuestro lugar. Seguro.

(Arruga el mapa y lo tira al suelo)

Pero no lo somos. La mirada nos delata. Con la mirada ponemos etiquetas, juzgamos, nos marcamos, nos colocamos entre la espada de los prejuicios y la pared de las convenciones. Nuestra mirada no es la de los niños. Nosotros preservamos a la humanidad de sí misma, no arriesgamos, no jugamos, no buscamos una nueva mañana.

Y sin embargo quiero creer, necesito creer que hay un lugar, que existe un lugar en el que pueda ser.

(Recoge el mapa, lo dobla bien y lo guarda)

Gracias por escucharme

2 comentarios:

Viviana dijo...

Bueno es una manera de explicar el desarraigo ha algo más profundo que un lugar geográfico.

Solo no comparto que los niños en un aspecto no sufren el desarraigo.

Recuerdo mi primer mudanza dentro de mi país de origen, todavía siento el dolor, el color y el aroma de aquellos jazmines, del verano en el patio de la abuela.

Pero es cierto todo el que emigra busca su sitio, su hogar, hay tanto sin fronteras, cuando la frontera subyace en la intención miserable de cada ser humano, y con ello convive el amor, la paz, y todo aquello que sin importar geográficamente donde; nos hace llamarlo HOGAR!

Gracias por compartir algo, tan serio y profundo como nuestro lugar de pertenencia.

Viviana Arrocha i Sánchez

Viviana dijo...

No olvidemos por favor:

-51,2 millones de personas mal llamadas refugiadas, superan en mucho lo ocurrido en la última gran guerra conocida como la 2ª guerrra mundial.

-1,1 millones de personas que piden asilo en el mundo lo cual obviamente no solo no se resuelve sino que CRECE,

- de ésta ultima cifra oficialmente tenemos 25.300 de los cuales NO SON UNA CIFRA ESTÁDISTICA SON NIÑOS SOLOS!!! DE TODA SOLEDAD.

TODOS SOMOS RESPONSABLES

Saludos

Viviana Arrocha i Sanchez